martes, 17 de abril de 2018

5 reglas del café cubano



Serie: Café Cubano

Aunque el café llegó a Cuba procedente de otras tierras, se ha vuelto imprescindible entre los cubanos. Típico en las primeras horas de la mañana y en todas las horas del día para los que ya son adictos, esta bebida endulza el aire de los hogares en la Isla casi como un rito.


El café cubano tiene un sabor único, fuerte, oscuro, posee en su composición la fuerza, el calor y la sabrosura de los antillanos. Pero para ser netamente nacional, existen 5 reglas que no pueden fallar:

Una cafetera para hacerlo a llama alta o un colador de tela:

Para que el café cubano sepa realmente a café, se necesitas hacerlo en una cafetera metálica para ponerla en el fogón, o el típico colador de tela de los campos. Aquí no vale tecnología ni tecnología, solo en estos artefactos de escasa modernidad, se puede obtener un café negro y fuerte típico cubano.

La mezcla:

Aunque la fama del café cubano traspasa los límites nacionales, los oriundos de la Isla suelen mezclarlo con chícharos tostados, y este ingrediente, siempre cuando se utilice con mesura, ha cambiado el sabor natural para otorgarle uno nuevo, que también sabe cubano a mezcla como nosotros.

Azúcar morena:

El azúcar “prieta” como le decimos en el archipiélago es imprescindible en la elaboración de un café típico de la tierra, porque además de ser mucho más dulce, le aporta un sabor más fuerte a la bebida matutina.

Color:

El buen café de Cuba debe ser negro, lo más oscuro posible, eso denota que está bien hecho y no tiene “maraña”.

Compañía:

El envase donde lo tomes no resulta importante. Puede ser, en tasa, en vaso, o en un jarrito de aluminio, lo importante es poder compartir la alegría con alguien más. Por eso resulta común que al llegar de visita a un hogar de la Isla te brinden como primer gesto de cortesía un “buchito” de café.

Una taza del delicioso líquido al estilo cubano encierra en sí misma muchas cosas. Abarca la historia de la tierra, el paladar exquisito, y se remonta a los tiempos de esclavitud, donde cautivos y amos degustaban el grano con el placer de quién tiene algo verdaderamente suyo. Por eso hoy en día no “todos los negros tomamos café”, pero la mayoría de cubanos, sí.

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